lunes, 26 de junio de 2017



Os voy a contar una historia.
Sobre algo que me importa.
Algo me quema.
De un tema que cada día me harta más.
Y para ello voy a hablar de mí.
Voy a ser concreto, más directo.
No voy a hablar de temas generales, ni difusos.
Tal vez así entendáis un poco más lo que quiero decir al personalizarlo y centrarlo en alguien concreto, y no en un colectivo.
Os voy a hablar de lo que ha sido la homofobia para mí.
No.
Lo que la homofobia me hizo a mí.
A mi David inocente.
Al David que cada mañana se levantaba con ganas de vomitar ante la idea de ir al colegio.
Por miedo.
Por terror a volver a ser insultado, agredido, vejado.
Al David que le empezaban a salir cuatro pelos en el bigote y cinco mil granos en la cara.
A ese, que le gritaban maricón cada vez que pasaban por su lado.
A ese, que le escupían y le escachaban saltamontes en la espalda.
A mi yo más débil y asustado, al que agarraban, como valientes, entre todos los compañeros de mi clase para que no me moviese y pegarme.
Al David que se quedó sin voz por miedo a que se le escuchase por algún pasillo y pudiesen encontrarle.
A ese, que sus compañeros de clase humillaban abriéndole de piernas y golpeándole contra un árbol.
A ese, que una tarde casi asfixian con una bolsa de plástico.
A ese, que dejaron tirado en el pasillo después de darle patadas en el estómago.

¿Duele?

Os aseguro que el dolor físico era lo de menos.
Había un dolor que superaba todo lo demás.
La soledad.
La tremenda y oscura soledad.
Saber que no contabas con nadie.
Que nadie iba a parar un golpe por ti.
Que nadie iba a rescatarte de aquel infierno.
Porque amigxs, si eres amigo del gay de clase, te conviertes en gay a ojos de todos.
Así que te quedas solo.
Y te sientes casi como si fueses una rareza de circo a la que está permitido lapidar.
Y cada día parece el último que vas a ser capaz de aguantar.

Ay.

Afortunadamente mi familia sí que estuvo ahí.
Y me rescató.
¿Pero quién frenó esa homofobia en el colegio?
¿A quién le importó?
A nadie.
Porque la homofobia está más presente de lo que imagináis.

Y pensaréis, ¿a qué viene esto?
¿Por qué soy tan directo y me desnudo de esta forma?

Porque estoy harto.
Harto de que la homofobia no tenga freno.
De que se siga alimentando cada día.
De que lo que me ocurrió a mí no sea algo anecdótico.
Harto de las lágrimas de inocentes.
De cartas de suicidio de corazones jóvenes que no pudieron soportar la soledad.
Harto de que no haya un super héroe real, o una super heroína, ó súper heroine que recorra el mundo batiéndose en duelo contra cada una de las personas que alimentan esta lacra.

Porque la homofobia es real. Y la transfobia. Y la bifobia.
Porque se está cobrando lágrimas en todo el mundo.
Y soledades.
Y vidas.

¿Y aún preguntan por qué es necesario celebrar el Orgullo?

Es muy sencillo.
Para que nadie tenga que sufrir lo que tantos hemos vivido.
El infierno.
La soledad.
La desesperación.

Y lo peor.

¿Aún hay personas dentro del colectivo que dicen que la gente que va al Orgullo no les representan?

¿Te cuento un secreto?
Sí que te representan.
Porque gracias a ellxs, a todas las personas que se han manifestado desde Stonewall hasta las primeras manifestaciones de Madrid y Barcelona, de Londres, de París… Gracias a todas ellas, simplemente hoy no somos considerados enfermos mentales.
Y afortunadamente, en la mayoría de países, no es legal que nos maten.
Gracias a todxs ellxs, esas personas que van sin ropa y muestran una sexualidad a flor de piel, y que tanto te molestan por lo visto, hoy te puedes permitir acostarte con quien tú quieras sin tener que esconderte.
Te puedes permitir elegir no casarte por obligación con alguien por quien no sientes deseo, evitando una vida de amargura y mentiras.
¿No te suena, no?
Afortunadamente no has tenido que vivirlo, claro.
Gracias a ELLXS.

¿Y sabes qué?

No creo que sólo nos represente al colectivo LGTBIQ+.
Este ORGULLO nos debería representar a TODXS.
Porque creo que el apoyo a la libertad y a ser como uno decida, debería ser cosa de todxs.

Así que atrévete a decirme una vez más que para qué sirve el Orgullo.
O por qué no hay un orgullo heterosexual.
O por qué te van a representar cuatro carrozas llenas de plumas y de brillantina.

Venga, atrévete.
Vamos, no te tengo miedo.

¿Sabes por qué?

Porque esta vez no estoy solo.
Y entre todxs, tenemos brillantina de sobra para acabar con la oscuridad de tu corazón de azufre.

Estás avisadx.


¿O tienes miedo a brillar?

#historiasconorgullo

(Foto: Como no podía ser de otra forma, David de pequeño. Esa personilla, que todavía a día de hoy, toma el control de mí y habla de lo que importa).